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Carlos Marx y la civilización china


Seguir la actualidad, correr tras el viento.
Pensar la actualidad, caminar a contracorriente.

 

Después de graduarse, Marx fue profesor universitario durante unos pocos meses y luego se empleará como periodista, una actividad que ejercerá a lo largo de los años. Fundó revistas y escribió muchos artículos políticos y económicos para diarios de Alemania y Austria. En el exilio londinense, la etapa final de su vida (1849/1883), fue corresponsal del diario estadunidense New York Daily Tribune durante once años (1851/1862) [1]. En este mismo medio escribía Federico Engels [2], su entrañable amigo, y algunos artículos los firmaron juntos, siendo reimpresos en varios periódicos europeos. Trabajos intelectuales que le permitieron obtener pequeños ingresos económicos que paliaban la pobreza y las enfermedades que la acompañan. La mayoría no tuvieron rigurosidad intelectual y algunos fueron francamente desafortunados en el contenido y las predicciones [3].

Entre el 14 de junio de 1853 y el 14 de febrero de 1860, Marx envió al periódico neoyorquino 17 artículos sobre diversos aspectos de China, como las intervenciones del imperio inglés, el comercio y la guerra del opio (1839/1860) [4].

De ellos puede deducirse una visión un tanto ingenua de la civilización china, equidistante de la opinión más objetiva de filósofos eminentes y de la sesgada de otros intelectuales y de la claque política europea de la época. Marx profesó la creencia, que compartía Engels, de una China semi-bárbara, estancada y alejada del dinamismo del progreso, asaltada en su buena fe por traficantes europeos y estadunidenses. Se confundía la decadente dinastía manchú de los Qing (1644/1911) con el legado de la brillante civilización del Celeste Imperio, cuya historia milenaria al parecer desconocía y cayó en la trampa del eurocentrismo [5]. Escribía Marx en 1858:

«Mientras que el semi-bárbaro actuaba según el principio de la moralidad, el civilizado le oponía el principio del interés particular. Un imperio gigante que contiene casi un tercio de la raza humana, que vegeta en las fauces del tiempo, aislado por la exclusión forzada de las relaciones generales, y que se la ingenia para engañarse a sí mismo con delirios de perfección Celestial – tal imperio deberá finalmente ser superado por el destino en un duelo mortal, donde el representante del mundo anticuado aparece impulsado por motivos éticos, mientras que el representante de la abrumadora sociedad moderna lucha por el privilegio de comprar en los mercados más baratos y vender en los más caros – esto, de hecho, es una especie de pareado trágico más extraño de lo que cualquier poeta se hubiera atrevido a imaginar.» (¿Opio o negocio?, 20 de septiembre de 1858).

Marx y Engels estaban convencidos que la revolución estallaría en Europa y en la lejana China de manera simultánea, pues como dice Marx en la introducción al primer artículo enviado al Daily Tribune «los extremos se tocan». La penetración del capitalismo por vías coloniales al mundo asiático era un paso adelante dado que

«produjo la más grande y, para hablar francamente, la única revolución social que haya jamás tenido lugar en Asia. […] Todos estos agentes disolventes que actuaban juntos sobre las finanzas, la moral, la industria y la estructura política de China, alcanzaron su máximo desarrollo en 1840, bajo los cañones ingleses que abatieron la autoridad del emperador y obligaron al Celeste Imperio a entrar en contacto con el mudo terrenal. El aislamiento total era la condición fundamental para la preservación de la antigua China.» (La revolución en China y en Europa, 14 de junio de 1853).

En otra columna dirá que «por penoso que sea para nuestros sentimientos personales el espectáculo de un viejo mundo que se derrumba», y como le escribirá años más tarde a Engels «la verdadera tarea de la sociedad burguesa es la creación del mercado mundial, o cuando menos de su marco general, y de la producción basada en el mercado. Puesto que la Tierra es redonda, me parece que la colonización de California y Australia y la apertura de China y Japón parecen haber completado ese proceso.» (Carta de Marx a Engels, 8 de octubre de 1858).

La guerra del opio y la apertura a cañonazos de los puertos al libre comercio, que Marx las llamó con su ironía habitual “guerras civilizadoras” (Another civilization war, 10 de octubre de 1859), produjeron dos efectos en «la resistencia moral del chino»: la desmoralización y la corrupción.

«La corrupción que devoró el corazón de la burocracia Celestial y destruyó el baluarte de la Constitución Patriarcal, se introdujo de contrabando en el Imperio, junto con los barriles de opio, desde los barcos comerciales ingleses anclados en Whampoa.» (Comercio libre y monopolio, 25 de septiembre de 1858).

El origen de la guerra del opio, como casi todas las guerras, fue económico: el desequilibrio de la balanza de pagos favorable a China y la prohibición de la importación de opio (1829), negocio que rentaba hasta un 400%. Guerra que se extendió por veinte años y originó lo que la historiografía china llama “El siglo de las humillaciones” y la imposición de “Los tratados desiguales” por los cuales las potencias occidentales, incluida Rusia, establecieron a lo largo de toda la costa enclaves coloniales. La lógica del capitalismo, como toda lógica, es de hierro: entre 1801/1820, las importaciones de opio ascendían a 5.000 barriles por año [6]; después de la guerra debieron superar los 60.000 barriles, a un costo de más de 15 millones de civiles chinos muertos, el caos económico y social del país sólo superado un siglo más tarde [7].

Opinión de filósofos y literatos europeos

Tres citas referidas a la civilización China de tres prominentes intelectuales europeos anteriores a Carlos Marx que ya ponían en entredicho la idea del eurocentrismo y que por su concisión es superfluo comentarlos:

«En vista de lo mucho que ha avanzado la corrupción de las leyes morales, casi creo necesario que nos enviaran misioneros chinos que pudieran enseñarnos los propósitos y la práctica de la teología natural.» G. W. Leibniz, 1697 [8].

» […] pero esto no impide que los chinos, hace cuatro mil años, cuando nosotros no sabíamos ni leer, conocían todas las cosas eminentemente útiles de las que nos enorgullecemos hoy.» Voltaire, 1764 [9].

«Gracias a esta extrema moderación en todo, el Imperio Chino ha sobrevivido durante milenios y resistirá mucho tiempo más.» Johann W. von Goethe, 1827 [10].

Opinión de los políticos

Dos citas, una de un estadista de extrema derecha y otra de un dirigente representativo del llamado “socialismo real”:

Cuando la guerra de los boxers, al partir hacia China en 1900 las tropas alemanas, el káiser Guillermo II les arengó con emoción contenida: «Pekín deberá quedar arrasada hasta los cimientos. Es la lucha de Asia contra toda Europa, a la que vosotros vais a proteger contra el peligro amarillo. Nada de gracia, nada de prisioneros»; de tal manera, prosiguió, «que el nombre de Alemania tenga en la China tal fama que ningún chino vuelva a mirar desdeñosamente a un alemán.» La insurrección de los boxers fue un levantamiento campesino contra los misioneros cristianos occidentales hacia finales del siglo XIX. El asedio a las embajadas extranjeras en Pekín en ese año fue el pretexto para el envío de una fuerza punitiva de 45.000 soldados procedentes de Alemania, Austria, EEUU, Francia, Inglaterra, Italia, Japón y Rusia, bajo el mando supremo del conde alemán Alfred von Waldersee [11].

Por razones históricas de las agresiones de Rusia a China, Rusia ha tenido una vecindad conflictiva y una prevención permanente con China, que no se superó ni en la época de Stalin como lo esperaba Mao. Kruschev solía referirse a China como “el peligro amarillo”, según cuenta el canciller de la República Federal Alemana K. Adenauer que visitó a la Unión Soviética en septiembre de 1955. Kruschev en sus memorias relata: «Recuerdo que cuando volví de China en 1954, les dije a mis camaradas: “El conflicto con la China es inevitable.” Llegué a esta conclusión sobre la base de diversas observaciones que Mao había hecho. [12

El modo de producción asiático

Durante la década de los años treinta del siglo pasado se discutió en la Unión Soviética y en Europa sobre el llamado modo de producción asiático, una idea esbozada por Marx y cuyo origen puede rastrearse desde la Grecia clásica. Definido como un Estado o formación social donde «no existe propiedad privada ni lucha de clases. Existía un colectivismo y se presentaba una sociedad estática, inmutable, con un sistema de propiedad pública de la tierra, donde el señor era dueño de todo y ejercía su poder despótico sobre la población. [13]» Discusión surgida a raíz de la publicación en alemán en 1932 del texto de Marx Formaciones económicas pre-capitalistas escrito en 1857. Marx se refiere al modo de producción asiático de manera muy superficial y casi sin referirse a China y en El capital lo llama despotismo asiático y lo compara con el despotismo capitalista [14].

El problema de la evolución histórica pre-capitalista lo aborda poco después en el Prefacio al libro Contribución a la crítica de la economía política (1859) donde sugiere:

«Esbozados a grandes rasgos, los modos de producción asiáticos, antiguos, feudales y burgueses modernos pueden ser designados como otras tantas épocas progresivas de la formación social económica. [15

Según Eric Hobsbawm, uno de los editores modernos de estos cuadernos, es «una breve lista, no fundamentada ni explicada de las formaciones socio-económicas», formaciones, añade, que no son lineales y donde se dan mezclas y coexistencias simultáneas [16].

Para el francés Étienne Balibar la periodización es el «primer problema de la teoría de la historia» y el concepto “modo de producción” lo utiliza Marx como «el objeto teórico» de sus análisis económicos, o por lo menos de El capital, su obra fundamental que analiza el modo de producción capitalista [17]. Hay otra afirmación de suma importancia para Marx asociada al concepto de periodización: «El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de vida social, política e intelectual en general. No es la conciencia de los hombres la que determina la realidad; por el contrario, la realidad social es la que determina su conciencia. [18

La idea “modo de producción asiático” fue formulada por Marx en la etapa de su madurez intelectual y sobre la cual no se refirió ya más. La razón puede estar en la carta del mismo año 1858 a Ferdinand Lasalle donde le dice que estos apuntes son «monografías escritas en muy diversos períodos, para mi propio esclarecimiento y no para la publicación [19].» Es posible que Marx tuviese en la imaginación más a la India y Persia que a China en el momento de pensar el concepto de producción asiático.

Desde la misma década de 1930 se omitió la mención a este modo de producción en las obras teóricas de Stalin y Mao y, por consiguiente, en los documentos de los partidos comunistas; no así para los intelectuales marxistas cuya discusión prolífica en seminarios, ensayos y libros persiste hasta el día de hoy [20]. Una reunión de académicos soviéticos orientalistas realizada en 1931, en el mejor lenguaje de la escolástica medieval la calificó de «objetivamente inexacta y políticamente dañina». La Internacional Comunista, presidida por Stalin, negó la existencia del modo de producción asiático y en esta postura, sin lugar a dudas, pesó el hecho que los principales contradictores de Stalin, como L. Trotsky, J. Plejanov, D. Riazanov, para sólo citar a los más prominentes teóricos, eran partidarios de este concepto. La tesis de la IC fue adoptada en 1928 por el VI congreso del partido comunista chino; pero a partir de 1935, al ascender Mao a la jefatura, el partido chino se alejó para siempre de la política de la IC. La segunda traducción de la Contribución a la crítica de la economía política se hizo al chino y su publicación entre los años 1962 y 1978.

El modo de producción asiático debería definirse realmente como el régimen de producción donde el Estado emplea de manera masiva en la construcción de grandes obras de infraestructura mano de obra forzada suministrada por los clanes o comunidades rurales sin ninguna retribución. Un modo de producción que sólo podía darse en Estados como China, pues se requieren un gran tamaño poblacional, una sociedad poseedora de una cultura colectivista, una base estable y consolidada del régimen estatal y un nivel de conocimiento en ingeniería de obras civiles avanzado y público. Una cultura colectivista facilita las relaciones comunales de producción y el trabajo colectivo. Como lo han demostrado los historiadores de la ciencia, así fue como se pudo construir el Gran Canal Imperial y otros canales menores, la Gran Muralla, la canalización de los grandes ríos y los cinco Camino Imperiales que unieron a todo el reino, para sólo señalar las obras de infraestructura que han trascendido el paso del tiempo [21].

El antiguo imperio egipcio y los reinos asirio-babilónicos utilizaron mano de obra esclava obtenida en las guerras y no deberían ser considerados como regímenes del modo de producción asiático. Sí lo serían los imperios incaico y azteca [22] y el régimen Khmer en Camboya, donde la mano de obra fue utilizada como servicios personales, o en su defecto, tributos en especie. Pero conviene señalar que los dos primeros eran Estados de muy reciente formación cuando fueron destruidos por las invasión española. El régimen Khmer construyó (s. IX/XII) lo que hoy se conoce como la ciudad sagrada de Angkor y en la ejecución de estas obras agotó los recursos económicos del país y desintegró el Estado. Durante tres siglos levantaron en piedra arenisca y adobes de ladrillo 400 recintos religiosos destinados unos al rito budista del hinayāna, otros al culto de las deidades Siva y Vishnú de la trinidad brahmánica; y los más, como recintos mortuorios – las monumentales estupas de los reyes de la dinastía Khmer [23].

La realidad histórica es tozuda y se resiste a toda periodización abstracta. A contra pelo de haberse considerado «el modo producción asiático como la más primitiva de las formaciones socio-económicas» [24], en 1958 se crearon en China las comunas populares en el campo que laboraron la tierra comunitariamente y realizaron grandes obras de canalización de aguas y otras obras civiles durante cinco años. Y finalmente, en 1970 se movilizó durante tres años a más de un millón de intelectuales, obreros y campesinos de 13 condados para el mantenimiento y reparación del Gran Canal Imperial. Eran los tiempos de la Revolución Cultural y es posible que fuese una de las últimas de las grandes movilizaciones de este modo de producción.

El origen de la tradición china de obras civiles gigantescas es tan antiguo que la historiografía le ha señalado un origen mítico. Uno de los antiguos textos sobre el manejo de las aguas, El libro de Chuang-tzu (c. -300) – el segundo libro más venerado del taoísmo, evoca a Yü, el mítico primer emperador de la dinastía Hsia, que gobernó hacia el año -2205:

«Mo-tzu dice exponiendo su doctrina que antiguamente Yü detuvo las aguas y abrió los ríos para dar paso a las aguas desbordadas y comunicó las tierras de los cuatro puntos cardinales, así las de los bárbaros como las de las nueve provincias. Encausó trescientos ríos de renombre y tres mil afluentes, además de un sin número de ríos pequeños. El mismo Yü tomaba la espuerta y la pala. Así logró comunicar entre sí los ríos del Imperio.» (III, 33, 4) [25].

Otro documento importante es el Tratado de ríos y canales que forma parte de los Anales de los Han (Qián Hànshû). Los Anales fueron terminados en el año 111, y cubre la historia la dinastía Han del Oeste (del año -206 al +25), comenzados por Ban Biao, continuados por su hijo mayor Gu y terminados por su hermana menor Zhao; están divididos en cuatro partes y 100 capítulos: 12 de anales, 8 de tablas cronológicas, 10 de tratados y 70 de biografías. El Tratado de ríos y canales corresponde al capítulo 29 de la tercera parte. A partir de la dinastía Tang, el diseño y ejecución de las obras hidráulicas correspondía al ministerio de obras públicas [26].

Para Joseph Needham, el gran historiador de la ciencia y la técnica chinas, el origen de esta tradición es la siguiente:

«La necesidad del riego estriba en las características geográficas y geotectónicas del país. La importancia de los canales de riego para la agricultura intensiva, la contención del agua para impedir inundaciones y el transporte por canales a la Corte Imperial de los tributos recaudados en las provincias, llevó a establecer una verdadera tradición de grandes obras públicas que está hoy en China absolutamente viva como lo estuvo en las dinastías Han, Qin o Tang.» (Apartado La tradición hidráulica y las obras públicas, capítulo El pasado de China en su presente) [27a].

Lo que dice hoy la historia de la ciencia

Hoy la historia de la ciencia suministra un balance que podría considerarse completo sobre los aportes científicos de la civilización china al conocimiento universal.

Una de las obras al respecto, calificada por los especialistas occidentales de monumental, son los estudios de Joseph Needham (1900/1995). Needham, bioquímico inglés, fue uno de los más grandes especialistas en ciencia, técnica y tecnología de China clásica y de Asia antigua. Durante su vida vivió y visitó en varias oportunidades China donde era conocido como Li Yuese. Fue el autor de Science and Civilization in China, con la colaboración de Wang Ling y otros especialistas chinos; comprende siete volúmenes en 24 partes, publicado por Cambridge University Press, Inglaterra, entre los años 1954 y 2004 [27b]. Abarca las siguientes materias:

Volumen 1: Orientaciones introductorias (1954).
Volumen 2: Historia del pensamiento científico (1956).
Volumen 3: Matemáticas y las ciencias de los cielos y la tierra (1959).
Volumen 4: Física y tecnología física, parte I: Física (1962); parte II: Ingeniería mecánica (1965); parte III: Ingeniería civil y náutica (1971).
Volumen 5: Química y tecnología química, en 13 partes (1985/1999).
Volumen 6: Biología y tecnología biológica, en seis partes (1986/2000).
Volumen 7: Las bases sociales, en dos partes (1998/2004)

El gran ensayista George Steiner sostiene que la única obra intelectual comparable – en sus implicaciones y alcances en el mundo de las ideas – a la novela En búsqueda del tiempo perdido de Marcel Proust es Ciencia y civilización en China de Needham:

«El único sucesor de Proust es Joseph Needham. À la recherche du temps perdu y Science and civilization in China representan dos vuelos prodigiosamente fundamentados y controlados del intelecto recreativo. Exhiben lo que denominaba Coleridge «fuerzas esemplásticas», esa múltiple coherencia en el diseño que construye una gran morada de lenguaje para que la habiten la memoria y la conjetura. La China de la apasionada reconstitución de Needham – tan plasmada hacia adentro antes de que él fuera en búsqueda de su verdad material – es un lugar tan intrincado, tan iluminado por los sueños como el camino de Combray. El relato de Needham, es un ensayo «provisional», sobre las malas interpretaciones. Sobre el descubrimiento final de la verdadera simetría hexagonal de los cristales de nieve tiene el mismo sabor exacto de ofrenda multiforme a la contemplación por parte del narrador que tienen los campanarios de Martinville. Ambas obras son una extensa danza de la mente.» (En el castillo de Barbazul) [28].

A modo de conclusión

Una idea aportada al avance del conocimiento es suficiente para un reconocimiento perenne. Tal el caso de Newton, en la ciencia de la física, con su idea de la gravitación universal que lo inmortalizó; el resto de su producción intelectual fue una locura. O Einstein con las ideas de la relatividad y el efecto fotoeléctrico; lo demás serán esfuerzos fallidos. Marx, en las ciencias sociales, a pesar de los malentendidos de sus convicciones sobre la civilización China, de Bolívar o de la creencia en una ciencia del socialismo científico, será recordado por sus importantes contribuciones teóricas a la ciencia de la historia – su periodización de los modos de producción, por ejemplo, y en especial en la historia económica – su análisis del nacimiento y desarrollo del capitalismo no ha sido superado.

Concluida la guerra del opio, China se hundió en la confusión y el caos. «Se trataba de un país senil, sumergido en la confusión y la agitación a causa tanto del pasado más inmediato como del presente y marcado por la derrota ante Occidente y las tensiones internas», escribe el historiador británico Nigel Cameron en la introducción al libro de fotografías Rostros de China (1860-1912) [29].

Una crisis que se acentuó en la primera mitad del siglo XIX. El eminente paleontólogo jesuita Teilhard de Chardin – por sus investigaciones conoció bien la China rural en la década de los 40 del siglo pasado, comentaba en una de sus cartas: «En los desorganizados campos reina una indecible miseria. Y, por debajo de todo ello, el frío» [30]. Como tantas veces en esas tierras, de nuevo los goznes de la historia giraron de manera dramática al finalizar la guerra civil en 1949 y clarividentes fueron las palabras de Mao en el discurso inaugural de la I Sesión Plenaria de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino: «Nuestra nación no será más una nación humillada. Nos hemos puesto de pie. [31

Luis Alberto ARENAS, Carlos Marx y la civilización china, Observatorio de Política China, 16/09/2023.

Leer también:
Le mode de production asiatique (Artículos, Revistas y Libros), Monde en Question.
Karl MARX & Friedrich ENGELS (Artículos, Revistas y Libros), Monde en Question.
Dossier Économie Chine (avec liens partagés), Monde en Question.
Revue de presse Économie Chine, Chine en Question.
Revista de prensa, Mundo en Cuestión.


Notas


[1] Red internet, portal Marx Engels Archive, Karl Marx in New York Daily Tribune, Articles on China 1853-1860.
Este diario era el de mayor tiraje de habla inglesa y Marx publicaba dos columnas por semana y luego una. En total publicó 487 artículos. La traducción de las citas y títulos de los artículos son del autor de este ensayo.
Mundo en Cuestión: Karl MARX, Friedrich ENGELS, Articles on China in New York Daily Tribune, 1853-1860 [Textos en línea].

[2] Por ejemplo, Engels, Persia-China, 22 de mayo de 1857. Engels se encargaba de los artículos de contenido militar.
Mundo en Cuestión: Friedrich ENGELS, Persia-China, May 22, 1857 [Texto en línea].

[3] Bolívar y Aponte, The New American Cyclopedia: A Popular Dictionary of General Knowledge, TIII, enero de 1858.
Fue una enciclopedia estadunidense, publicación distinta al Daily Tribune, editada entre 1858 y 1863 y de cuya junta irectiva formaba parte Marx. Para Engels fue ”un trabajo puramente comercial […] que puede permanecer sepultado sin prejuicio.” (Carta a Hermann Schlüter, 29 de enero de 1891)
Mundo en Cuestión: Friedrich ENGELS, Engels to Schlüter, January 29, 1891 [Texto en línea].
En este escrito – perteneciente a un conjunto de esbozos biográficos, Marx calificó a Bolívar de traidor, al entregar encadenado a los españoles a Miranda – su jefe; de cobarde, al abandonar las tropas bajo su mando en varias oportunidades. En suma, un militar mediocre, autor de proclamas altisonantes, cuyo éxito y gloria fueron obra del azar y la fortuna.
En un artículo para el Daily Tribune apoyó la guerra de EEUU contra México y la anexión de California.
Mundo en Cuestión: Karl MARX, Friedrich ENGELS, La guerra civil en los Estados Unidos [antología], 1861-1865 [Texto en línea].

[4] Jack Beeching, La guerra del opio, traducción de Álvaro Castillo, Plaza & Janes Editores, Barcelona, 1976.
La historiografía convencional refiere dos guerras del opio: la 1ª. de 1839 a 1842 y la 2ª. de 1856 a 1860, pero para el historiador inglés Beeching sólo son dos fases de una misma contienda.
Mundo en Cuestión: Jack BEECHING, The Chinese Opium Wars, 1975 [Texto en línea].

[5] Sobre la elaboración del concepto de eurocentrismo puede consultarse en Damián Pachón, El eurocentrismo, Oriente y el poder chino, “El Espectador”, 5 de julio de 2023.
Mundo en Cuestión: Damián PACHÓN SOTO, El eurocentrismo, Oriente y el poder chino, El Espectador, 05/07/2023 [Texto en línea].

[6] Los barriles estaban construidos de madera con una capacidad de 70 kilogramos cada uno y la moneda de intercambio era la plata.

[7] En la segunda fase de la guerra participaron, además, Francia, Rusia y Estados Unidos. Conviene observar que hoy los Estados Unidos son un país protagonista, como víctima y victimario, de una segunda guerra global relacionada a sustancias alucinógenas: la de la coca. Una vez superada esta negra etapa, para países como Colombia, será útil elaborar cifras similares y compararlas.

[8] Gottfried Wilhelm Leibniz, Novissima Sinica historiam nostri temporis illustratura – China ilustra los últimos acontecimientos de nuestra historia (traducción libre del autor), 1697.
Leibniz, junto con Descartes y Spinoza son considerados las mentes más preclaras que sentaron las bases de la filosofía moderna Occidental. Leibniz mantuvo estrecho contacto con europeos y jesuitas que vivieron en China, permitiéndole acceso a los clásicos literarios y a los textos confucianos en las traducciones de los jesuitas; además, editó los informes de éstos sobre China.
Mundo en Cuestión: Gottfried Wilhelm LEIBNIZ, Writings on China, 1697 [Texto en línea].

[9] Voltaire (1694/1778), Diccionario filosófico, edición y prólogo de Luis Martínez, traducción de José Aren Fernández y Luis Martínez Drake, Editorial Akal, Madrid, 1985.
Este diccionario tiene dos entradas llamadas “Catecismo chino” (pp. 111/185) y “Sobre la China” (pp. 152/155). En la traducción de la cita, p. 155, se introduce una pequeña modificación en aras de mayor claridad.
Mundo en Cuestión: VOLTAIRE, Diccionario filosófico, 1765 [Texto en línea].

[10] Johann W. von Goethe, 1827. Citado en China-Retrato de un país por 88 fotógrafos chinos, Liu Heung Shing – Editor, traducción al castellano de Anna Asperó M, Editorial Taschen, Barcelona, c. 2011; p. 246.
Mundo en Cuestión leer también: Adrian HSIA, Fritz THYSSEN STIFTUNG, Günther DEBON,Goethe und China, China und Goethe – Bericht des Heidelberger Symposions, 1985.
Mundo en Cuestión leer también: LIU Heung Shing, Photography of China [Texto en línea].

[11] Luis A. Arenas, La moderna República Popular China, Bogotá, 2019; pp. 141/142.
Mundo en Cuestión leer también: Luis A. ARENAS VEGA, La confrontación EEUU-China y la situación internacional, Rebelión, 17/04/2020 [Texto en línea].

[12] Roxane Witke, La camarada Chiang Ching, p. 359, nota 8; a su vez tomado de Nikita S. Kruschev, Recuerdos de Kruschev, Boston, 1960, p. 466.
Mundo en Cuestión: Roxane WITKE, Comrade Chiang Chʻing, 1977 [Texto en línea].

[13] Esta definición aparece en Damián Pachón, op. cit. A su vez, sobre la expresión “modo de producción asiático” se han propuesto otros sustitutos como despotismo oriental, despotismo hidráulico, despotismo comunal, modo de producción tributario, etc., lo que hace patente la falta de consenso entre quienes se han ocupado de este asunto. La expresión “despotismo oriental” fue empleado ya en la Grecia clásica para referirse al régimen de los asirios.

[14] Carlos Marx, Formaciones económicas precapitalistas, (1857/1858), introducción de Eric J. Hobsbawm, sin nombre del traductor, Siglo XXI Editores, México, 1999. La introducción es más extensa que el texto mismo.
El título con que aparece en el texto es Formas que preceden a la producción capitalista y, entre paréntesis, Acerca del proceso que precede a la formación de la relación de capital o a la acumulación originaria.
Mundo en Cuestión: Karl MARX, Formaciones económicas precapitalistas, 1857-1858 [Texto en línea].
La referencia a El capital, en edición del Fondo de Cultura Económica, México, 2001; t. I, p. 269.
Mundo en Cuestión: Karl MARX, El capital [Texto en línea].

[15] Carlos Marx, Contribución a la crítica de la economía política, nota preliminar de Maurice Dobb, editorial Comares, Granada, España, 2004.
Mundo en Cuestión: Karl MARX, Contribución a la crítica de la economía política, 1859 [Texto en línea].
Apéndice: Carlos Marx, Prólogo a Contribución a la crítica de la economía política. Cita en Prefacio, p. XXXII. Roger Bartra propone el siguiente esquema:
1) Formación primitiva (horda nómada, comunidad agraria primitiva, modo de producción asiático, modo de producción antiguo, y forma germánica);
2) Formación secundaria (modo de producción
esclavista y modo de producción feudal)
3) Formación capitalista. (Marxismo y sociedades antiguas, pp. 16/17).
Mundo en Cuestión: Karl MARX, Escritos sobre la comunidad ancestral [antología] [Texto en línea].

[16] Eric Hobsbawm, p. 11.

[17] Étienne Balibar, Acerca de los conceptos fundamentales del materialismo histórico I) De la periodización a los modos de producción, en Louis Althusser y Étienne Balibar, Para leer El capital, traducción Marta Harnecker, Siglo XXI Editores, México, 1969, p. 228.
Mundo en Cuestión: Étienne BALIBAR, Cinq études du matérialisme historique 1974 [Texto en línea].
Mundo en Cuestión: Louis ALTHUSSER y al., Para leer El capital, 1964-1965 [Texto en línea].

[18] Carlos Marx, Contribución a la crítica de la economía política, Prefacio, p. XXXI.
Mundo en Cuestión: Karl MARX, Contribución a la crítica de la economía política, 1859 [Texto en línea].

[19] Eric Hobsbawm, p. 10.

[20] Véase:
– Maurice Godelier, La noción de modo de producción asiático y los esquemas marxistas de evolución de las sociedades (1964), traducción de Alberto Méndez en Sobre el modo de producción asiático, pp. 13/64, Ediciones Martínez Roca,1977.
Mundo en Cuestión: Maurice GODELIER, Sobre el modo de producción asiático, 1972 [Texto en línea].
El modo de producción asiático – Antología de textos sobre problemas de la historia de los países coloniales, Roger Bartra compilador y traductor, Ediciones Era, México, 1969.
Contiene 22 ensayos de otros tantos autores. La primera parte de Roger Bartra, titulada Marx y Engels sobre el modo de producción asiático, transcribe una antología de 36 citas de Marx y Engels relacionadas, según el autor, con el modo de producción asiático, pp. 46/70. En el prólogo señala: «El análisis de la importancia y el papel que representaron el materialismo francés, la economía política inglesa y la filosofía hegeliana en la formación del concepto marxista modo de producción asiático sería ahora prematuro; hace falta examinar cuidadosamente el desarrollo de dichas corrientes y realizar un balance de los aportes de Marx y Engels», p. 31.
Mundo en Cuestión: Roger BARTRA, El modo de producción asiático – Problemas de la historia de los países coloniales 1969 [Texto en línea].
Los Grundrisse de Karl Marx – Fundamentos de la crítica de la economía política 150 años después, Marcelo Musto-editor, Eric Hobsbawm-prologuista, Universidad Nacional de Colombia & Fondo de Cultura Económica, Bogotá, 2018.
Contiene 34 ensayos de 31 autores. El editor, Marcelo Musto, se refiere a cien años de soledad de estos manuscritos: 1858-1953, año de su publicación completa y definitiva, textos que ni Engels probablemente los hubiese leído, (p. 259).
Para una mejor comprensión de los textos referidos en este ensayo, véase el anexo.
Mundo en Cuestión: Karl MARX, Grundrisse [Texto en línea].

[21] Para los datos más relevantes de estas obras civiles ver Luis A. Arenas, La moderna República Popular China, Bogotá, 2019; pp. 151/157.

[22] Roger Bartra, Marxismo y sociedades antiguas – El modo de producción asiático y el México Prehispánico, Editorial Grijalbo, México, 1975.

[23] Véase “Las ruinas del más grande complejo de templos que el hombre haya construido”, en Luis A. Arenas, La destrucción del saber por el fuego y otros textos, Bogotá, 2021; pp. 433/435

[24] Eric Hobsbawm, p. 50.

[25] Chuang-tzu, Libro de Chuang-tzu (c. -300) en Chuang-tzu – Literato, filósofo y místico taoísta, análisis y traducción de Carmelo Elorduy, S.J., publicado por el “East Asian Pastoral Institute”, Manila, 1967; p. 245.
El maestro Chuang-tzu vivió entre c. -330/-275. Por su parte, Mo-tzu o Mo-ti fue un famoso filósofo que vivió entre los años -480 y -400.
Mundo en Cuestión: TCHOUANG Tseu [Chuang-tzu], Œuvres complètes [Texto en línea].

[26] Luis A. Arenas, La moderna República Popular China, pp. 89/90.

[27a] Joseph Needham, Dentro de los cuatro mares – El diálogo entre Oriente y Occidente, traducción de Pilar López Máñez, Siglo XXI Editores, Madrid, 1975; pp. 48/49.
Mundo en Cuestión: Joseph NEEDHAM, Within the Four Seas – The Dialogue of East and West, 1969 [Texto en línea].

[27b] Mundo en Cuestión: Joseph NEEDHAM, Science and Civilisation in China (27 vol), 1954-2004 [Textos en línea].

[28] Mundo en Cuestión: Marshall McLUHAN dice «Coleridge llamó la imaginación “esemplástica” o unificadora» in La galaxia Gutenberg, 1962 p.155 [Texto en línea].
George Steiner, En el castillo de Barbazul, traducción de Hernando Valencia Goelkel, Ediciones Guadarrama, Madrid, 1977; pp. 112/113.
Mundo en Cuestión: George STEINER, En el castillo de Barba azul – Aproximación a un nuevo concepto de cultura, 1991 [Texto en línea].

[29] Face of China 1860-1912, introducción de Nigel Cameron, historiador británico, citado en China – Retrato de un país por 88 fotógrafos chinos, op. cit., p. 10.

[30] Pierre Teilhard de Chardin, Nouvelles lettres de voyage (1939-1955), Editions Bernard Grasset, Paris, 1957. Carta a su prima fechada el 25 de enero de 1940 en Pekín, p. 34.
Mundo en Cuestión: Pierre TEILHARD de CHARDIN, Lettres de voyage (1923-1955) [Texto en línea].
Mundo en Cuestión: Pierre TEILHARD de CHARDIN, Letters from a Traveller [Texto en línea].

[31] Discurso de apertura de la I Sesión Plenaria de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino, Pekín, 21 de septiembre de 1949, Obras escogidas de Mao Tsetung, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Pekín, 1977; t. V, p. 13.
Esta Conferencia Consultiva asumió poderes y funciones constitucionales y creó la República Popular China que fue solemnemente proclamada el siguiente 1 de octubre.
Mundo en Cuestión: MAO Zedong, Obras escogidas de Mao Zedong (5 vol.), 1976 [Textos en línea].

Anexo

Crítica de la economía política, escritos de Marx entre 1857/1859

– Introducción a Una contribución a la crítica de la economía política (1857).
Manuscrito perteneciente a los llamados Cuadernos. Publicado en 1932. Se han encontrado alrededor de 200 cuadernos,que son textos manuscritos inconclusos o borradores y extractos de libros leídos. Están escritos en nueve idiomas.
Formaciones económicas pre-capitalistas (1857).
Manuscrito, que aparecerá más tarde refundido en el libro Una contribución a la crítica de la economía política (1859). Publicado por primera vez en 1932.
Lineamientos fundamentales para la crítica de la economía política (Borrador) 1857-1858.
Primer borrador. Conocido, en castellano y en otros idiomas, bajo el título de Grundrisse. Publicado por primera vez en Moscú (1939), en alemán. Karl Kautsky publicó en 1903 la Introducción de este borrador.
Marx escribió este largo manuscrito como parte de la preparación de lo que llegarían a ser Contribución a la crítica de la economía política, publicado en 1859, y El capital (publicado en 1867, vol. I. Los otros dos volúmenes aparecieron póstumamente en 1885 y 1894, editados por Engels.)
Segundo borrador de la “Crítica de la economía política” 1858).
El título exacto sería Segundo borrador de la “Crítica de la economía política”.
Contribución a la crítica de la economía política (1859).
Libro. Contienen los famosos Prefacio y Prólogo, éste va al final del texto.

Sobre el autor

Ing. Electrónico (1970), U. Distrital, Bogotá. Magister en Ingeniería Eléctrica, U. de Chile. Fue funcionario del Departamento Nacional de Planeación y de la Empresa Nacional de Telecomunicaciones de Colombia; profesor y rector universitario; consultor en informática y telecomunicaciones. Autor de varios libros.

Las luchas de clases no han muerto


«No se trata de reformar la propiedad privada, sino de abolirla; no se trata de paliar los antagonismos de clase, sino de abolir las clases; no se trata de mejorar la sociedad existente, sino de establecer una nueva.»
Carlos Marx, Mensaje a la Liga de los Comunistas, 1850

Por muchos motivos el siglo XX ha sido, seguramente, el más movido, prolífico y controversial de la historia. Marcó de forma indeleble el curso general de los acontecimientos de la humanidad con una fuerza imperecedera: para bien o para mal nos hizo asistir al surgimiento de incontables procesos nuevos, tales como la revolución científico-técnica imparable aplicada al mejoramiento de la vida cotidiana, las primeras experiencias socialistas, la universalización de la economía y la cultura (hoy día bautizada como «globalización»), guerras con aplicación de las fuerzas más destructivas que se pudieran concebir, inicio de la conquista espacial, inicio de la liberación femenina, aparición del síndrome de inmunodeficiencia adquirida, sociedades masificadas y apoyadas con fuerza creciente en los medios de comunicación, poderes hegemónicos de escala planetaria. Todo esto fue nuevo en la historia, y el siglo pasado es su punto de arranque, punto de inflexión del que probablemente no se retrocederá más.

Cada uno de estos distintos aspectos representa, en sí y por sí mismo, un mundo aparte; cada uno ha corrido suertes diversas, con perspectivas futuras muy disímiles entre sí. De entre todos ellos nos interesa ahora particularizar lo correspondiente al discurso contestatario que trajo el socialismo y la suerte que el mismo tuvo durante todo el siglo.

Al hablar de la historia del socialismo, es decir: la esperanza genuina en un nuevo mundo de justicia, nos referimos no tanto a su génesis y primeros tanteos en el siglo XIX como cosmovisión sino a lo que, ya en tanto propuesta madura, significó en las expectativas que fue abriendo. Sin dudas –nadie podría negar esto– movió a lo mejor de la humanidad, en todo sentido: a aquellos más nobles, abnegados y honestos que vieron en su aparición como teoría y en la primera revolución –la rusa de 1917– el inicio de un paraíso posible, el fin de las injusticias, la puerta de entrada a «la patria de la humanidad». Movió, igualmente, lo mejor que cada uno de los seres humanos podemos tener: el espíritu de solidaridad, la fraternidad, la generosidad auténtica y desinteresada.

Muchas cosas han marcado el siglo XX, por supuesto; pero el inicio de las experiencias socialistas está entre aquellas que más reacciones produjo, tanto de aceptación como de rechazo. Lo que allí estaba en juego era mucho más grande que lo que podía abrir cualquier descubrimiento científico o tendencia artística. La profundidad de la transformación anhelada produjo pasiones igualmente intensas. Nadie pudo quedar impasible ante la magnitud de su propuesta.

En cierta forma podría decirse que todo el siglo se vio atravesado por este fenómeno: las primeras luchas sindicales con vistas a socializar la propiedad, el triunfo de las primeras revoluciones socialistas, la reacción del mundo capitalista ante su aparición, la construcción que se empezaron a dar los países que comenzaron a transitar esos caminos, la guerra fría entre los bloques antagónicos que fueron delineándose y el posterior triunfo del capitalismo sobre su modelo opositor hacia fines del siglo, nada de esto dejó de conmover hondamente a cualquier habitante del planeta. Durante los largos años que duró esta pugna entre bloques, entre cosmovisiones, las ideas generadas por el socialismo empezaron a ser moneda corriente en la cultura popular. Nadie se asombraba por hablar de «explotación», y tampoco eran crípticos términos de cenáculo para iniciados la «lucha de clases», el «reparto de la riqueza», la «toma del poder», el «imperialismo».

Hoy día, inicios del siglo XXI, habiendo corrido mucho agua bajo el puente y caídas esas primeras esperanzas, sin modelos alternativos a la vista que sirvan de contrapeso a la hegemonía agobiante del neoliberalismo y de la unipolaridad militar de los Estados Unidos, todo aquel discurso de apenas unas décadas atrás parece haberse esfumado. Pero, en sustancia, nada de lo que esas palabras significaban ha cambiado: sigue la lucha de clases, continúa el desigual reparto de la riqueza, el poder continúa en poquísimas manos, el imperialismo se ha acrecentado.

¿Por qué salieron de escena todos estos términos? ¿Acaso «pasaron de moda»?

En realidad cambió la agenda política, cambiaron los escenarios, pero no hubo cambios reales en las estructuras. Aunque sea casi una mala palabra y nadie la use hoy, ¿no hay más imperialismo? La historia la escriben los que ganan, por lo que en la actualidad, habiéndose impuesto el mercado como deidad absoluta, todo lo que vaya en su contra es blasfemo. De ahí que no se nombre todo lo anterior, sean anatemas. Hablar de lucha de clases o imperialismo es hoy anacrónico…

¡Pero no tanto! Es cierto que la historia la escriben los ganadores, ¡pero hay otra historia! Aunque la fuerza arrolladora con que se presenta el triunfo del gran capital pueda tenernos abrumados –manejo mediático mediante–, las realidades que están tras esos términos, hoy «blasfemos», no han desaparecido. Seguramente por la misma imposición que esa victoria del gran capital trajo, le hemos tomado miedo a ese discurso contestatario y nos atemoriza ser visto como nostálgicos de tiempos idos. Plegarse a los poderes dominantes, por supuesto, es más fácil que ir en su contra. El aturdimiento que produjo la caída del Muro de Berlín, vendido luego en pedacitos como souvenir turístico, aún nos tiene desconcertados y pareciera que nos hizo ir olvidando la sana irreverencia y la cuota de rebeldía que alentó pasadas luchas décadas atrás. Pero eso no está muerto.

El mundo post Guerra Fría dio como resultado fenómenos bastante patéticos: por un lado, cuotas de explotación inmisericordes que recuerdan el capitalismo decimonónico, sin leyes sociales de protección a los trabajadores ni regulaciones estatales. La precarización laboral de estos últimos años (léase: la explotación más descarnada) volvió a mostrar la verdadera cara del sistema económico-social en que nos movemos. Junto a ello, como otra de las consecuencias de esa caída (que fue la caída no sólo de un muro sino de las esperanzas que allí se jugaban) se nos presenta el intento de vaciamiento del discurso y la práctica transformadora, revolucionaria. La protesta se aguó, se degradó, y el sistema –sabiamente– pudo ir criminalizándola. Sin temor a equivocarnos podríamos decir que el discurso dominante nos hizo pasar de la lucha de clases a la criminalización de las relaciones sociales como motor de la historia. De Marx (abolición de la propiedad privada de los medios de producción y de la sociedad de clases basada en ella) fuimos pasando a Marc’s (métodos alternativos de resolución de conflictos).

Menudo cambio, sin dudas. Las luchas de clases salieron de escena. Pero entiéndase bien: dejaron de ser tema de debate, objeto de discusión académica, referente en el discurso político…., aunque ahí siguen estando. La «preocupación» que nos fue creando el omnímodo discurso dominante puso otros temas como «principales». Además de la apología del dios-mercado, se entronizó la democracia representativa como modo superior de gobierno, y los problemas sociales quedaron resumidos en dos cosas: la mala práctica de gobierno (la «culpa» la tienen los políticos) o el crimen desbocado, que en estos últimos años pareciera haberse ido transformando en un nuevo demonio omniabarcativo.

En otros términos: de la lucha de clases a la delincuencia como factor de explosividad de las sociedades. La cotidianeidad de estos últimos tiempos, cada vez más plagada de hechos corruptos (hoy día ya no es noticia que «caiga» algún funcionario por algún hecho de corrupción) y delincuencia de todos los calibres (ciudades cada vez más inseguras, narcoactividad, pandillas juveniles y un largo etcétera), no deja ver la explotación económica, la lucha de clases, el fenomenal descontento que anida en todas las sociedades. En definitiva: la injustica más rampante, que se nos ha hecho ya «natural», dejó de ser el tema principal. Para tapar eso, para maquillarlo convenientemente el sistema ha ido encontrando formas cada vez más sutiles y efectivas de control: fundamentalismos religiosos de toda laya, masificación global y saturante del show deportivo, fundamentalmente de fútbol (se habló de hacer el Campeonato Mundial cada dos años incluso), bombardeo inmisericorde de los medios de comunicación aliados al sistema (guerra de cuarta generación le llaman a eso los estrategas del Pentágono). Es decir: el descontento social producto de la explotación, de las injusticias de base que siguen existiendo, se fue manejando, controlando, moldeando. Y así se puso como tema principal de cualquier discusión cotidiana la violencia callejera…., o el fútbol. Pero las luchas de clases, aunque «pasadas de moda», ahí siguen estando.

Con la llegada del socialismo del siglo XXI en la República Bolivariana de Venezuela hace algunos años se desempolvaron viejos conceptos que parecían ya olvidados, patrimonio de «dinosaurios como los cubanos». El ideario sepultado bajo los escombros del Muro de Berlín tímidamente volvió a salir a luz. Quizá esperamos mucho –justificadamente sin dudas– de ese proceso en el país caribeño. Hoy día no sabemos bien para dónde se dirigirá la experiencia venezolana, si mira realmente hacia un horizonte socialista (del siglo que sea) o si la «conciliación de clases» termina imponiéndose. Lo que sí, sin dudas, levantó esperanzas que habían quedado adormecidas estos años; el «socialismo» dejó de ser mala palabra. Y cuando nadie se lo esperaba (al menos desde el mundo occidental) allí golpea a la puerta de la historia el renacer de los pueblos árabes con este huracán de protestas que se está sucediendo.

Tomando palabras de José Steinsleger al referirse a los sucesos de Egipto, válidas para todo el proceso que se da hoy en buena parte del mundo árabe: «¿Hay [allí] una situación prerrevolucionaria? Los anarquistas se oponen a la solución autoritaria; los socialistas celebran el aliento democrático de la sublevación; los comunistas piensan en si las condiciones están dadas; los trotskistas agitan el programa; los nacionalistas evocan la dignidad de otras épocas; los liberales y conservadores revisan las páginas de «El gatopardo», y los religiosos sueñan con el renacer del Islam». ¿De qué se trata en realidad todo este volcán? Las lecturas pueden ser múltiples, antitéticas incluso, y todavía no puede vaticinarse para dónde se disparará el proceso. Pero definitivamente algo se mueve. Se mueve…. ¡y mucho! Todo lo cual evidencia que los problemas del mundo, los problemas básicos que produce este disparate civilizatorio en el que vivimos donde importa más una máquina que una vida humana, todo eso tiene como fundamento aquello que el viejo Marx denunciaba con vehemencia 150 años atrás.

En realidad no se trata de «vaticinar» qué pasará con esta ola de protestas que ponen en marcha los pueblos árabes; se trata de apoyarlas como momento importante, privilegiado quizá, en la historia. Apoyar, y si se ve que ello es un paso para la transformación social hacia mayores cuotas de justicia, tomarlo como propio, aunque no se pertenezca concretamente al mundo árabe. En todo caso, esa puede ser una batalla más de una lucha mucho más general, más universal, no sólo de los árabes por supuesto. En ese caso: todos somos árabes, todos estamos en la Plaza Tahrir de El Cairo, todos nos hacemos parte de ese volcán que ha despertado.

Pero además vale la pena tomar esta marea que se inició en el mundo árabe como un recordatorio que, más allá del fenomenal manejo mediático distractor que nos confronta con otros problemas, importantes sin dudas, pero menores en definitiva (la delincuencia cotidiana, las cuotas de corrupción, el «mal gobierno»), las luchas de clases no han muerto.

Marcelo Colussi
Argenpress

Introducción al enfoque del sistema mundial


En estos tiempos de crisis capitalista en que cada cual vierte su teoría “infalible” sobre el qué pasó, queremos aportar algo mucho más humilde pero a la postre, quizás, con un potencial constructivo mayor como es ésta introducción al enfoque metodológico de los sistemas-mundo o sistema mundial que estamos presentando. Y no lo hacemos para aumentar la literatura respecto al tema para regocijo exclusivo de los interminables debates entre teóricos, intelectuales y demás gentes pensantes de la izquierda, sino como mapa para resituarnos en esta sociedad moribunda y caótica neoliberal, para saber dónde estamos y a dónde podemos ir, como diría Jameson. Así nuestra intención es hacer más accesible este interesante enfoque, que lleva años discutiéndose en las academias de todo el mundo, a los sujetos políticos individuales y colectivos que trabajan por la construcción de un mundo más justo y democrático, pero que no son especialistas. Aquellos que ante la infamia capitalista anhelan de herramientas positivas de construcción de ese cambio social necesario y que con tanta ilusión, perseverancia, sacrificio y heroicidad personal luchan contra corriente, día a día, para que no sigan naufragando nuestros sueños de vivir una vida plena en un mundo sanamente habitable.

El enfoque metodológico de análisis del sistema mundial o sistemas-mundos fue inaugurado por la obra The Modern World-System, vol. I: Capitalist Agriculture and the Origins of the European World-Economy in the Sixteenth Century del sociólogo estadounidense Immanuel Wallerstein. En este primer volumen de su trilogía sobre el sistema-mundo contemporáneo inicia de algún modo el punto de partida de este método de análisis que actualmente es muy valorado por historiadores progresistas, y cada vez es más reconocido en las ciencias sociales en general, con especial énfasis en el estudio de las relaciones internacionales.

Sus orígenes se remontan con fuerza a la economía política marxista (de la que hereda su estructura principal), junto a las aportaciones historiográficas tanto de Braudel como del resto de autores nucleados en torno a la École des Annales y la Teoría de la Dependencia que se empleó con especial fuerza en la década de los 70 del siglo pasado para explicar las causas del subdesarrollo de los países de la periferia. En algunos autores del enfoque, también resultan de importancia las investigaciones aportadas por los ciclos económicos de Kondrátiev y la obra del intelectual heterodoxo Karl Polanyi.

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Leer también:
Sistema-mundo, Wikipedia.
Dossier documentaire & Bibliographie Géo-Histoire globale, Monde en Question.
Dossier documentaire & Bibliographie Immanuel WALLERSTEIN, Monde en Question.